Parece tan fácil como poner algo en la balanza y ver cuánto pesa, pero la verdad es que es mucho más que eso. Para definir cuánto pesa un kilo y programar todas las balanzas del mundo, existe en la Oficina Internacional de Pesas y Medidas (BIPM), en Francia, un cilindro hecho de una aleación de 90% de platino y 10% de iridio, con una altura y un diámetro de 39 milímetros. Esa pieza es el parámetro del kilogramo exacto. Sin embargo, y a pesar de la nobleza de los materiales con los que fue construido ese cilindro, la pieza cambia de masa progresivamente.

El Panel Internacional de Medidas y Pesos se ha reunido en estos días para elaborar nuevas recomendaciones y redefinir el kilogramo, el amperio, el kelvin y el mol, según informó la revista científica Nature.com. En lugar de encontrar un patrón en un objeto físico, como en el caso del kilo, esta vez se valdrán de experimentos complejos y leyes físicas. Las decisiones definitivas se adoptarán en la Conferencia General de Pesos y Medidas que se celebrará en noviembre del año que viene, y sus cambios entrarán en vigor en mayo de 2019.

Algunos prototipos oficiales diseñados a imagen del patrón original del kilo han ganado hasta 50 microgramos en un siglo a causa de la incorporación de moléculas. Por eso, los científicos ven necesario definir el nuevo “peso” del kilogramo. A partir de la próxima Conferencia General el kilogramo se definirá a través del “equilibrio de Watt”, un experimento que compara la energía mecánica con la electromagnética a través de una corriente y una masa, valiéndose de un láser.

Tranquilos verduleros y carniceros: al menos en un principio, las nuevas medidas de peso no influirán a los usuarios comunes y corrientes que se valen de estos parámetros, pero sí provocarán un cambio para los científicos e investigadores que trabajan con datos que requieren de extrema precisión.